IN MEMORIAM DE ZAIDENA

Este espacio dedicado a la literatura, está realizado a la memoria de Zaidena, gran escritora y querida amiga (q.e.p.d.)




domingo, 4 de septiembre de 2011

Ausencia absoluta

El hombre abrió los ojos, pero la obscuridad era total,… ¿en dónde estaba?, no recordaba nada de las últimas horas. Se puso la mano frente a la cara, pero no lograba mirarla, era la ausencia total de luz. Temeroso se incorporó, aparentemente se encontraba acostado, no sabía si en una cama, un catre o una simple tabla. A tientas tocó lo que debería ser la pared del recinto en que se encontraba, fue deslizando la mano hacia arriba, pero la altura superaba su propia estatura. Con cuidado, arrastró un pie hacia el frente, al sentir que el piso continuaba, dio un paso; repitió la operación, pero antes de terminar lo que sería un paso, percibió que el piso terminaba, se hincó y con la mano fue tanteando el piso hasta que llegó al borde. Lentamente palpó con la mano hacia abajo, lo que pensaba sería una banqueta, pero no pudo tocar el fondo. Dentro de su angustia, trataba de imaginarse la geometría que tendría el recinto.
Desesperado buscaba alguna luz que le indicara la salida de esa zona obscura, no se miraba ninguna claridad. Instintivamente se acercó a la pared y se puso en pie. Lleno de miedo ante lo desconocido, empezó a avanzar dando pasos laterales, con las manos extendidas, como en cruz, intentando aferrarse a ese muro liso e invisible a su vista… Paso a paso…., lentamente….. ¿Qué le había ocurrido?.... Como entre brumas le llegaba algún recuerdo. Había dejado a su novia al salir de la escuela y luego se dirigió a su casa. Lo último que recordaba es que había abierto la puerta de la vivienda y dar un paso hacia el interior.... Ahí terminaban sus recuerdos... Luego de un espacio de tiempo indeterminado, empezaba esa pesadilla…., esa obscuridad, pesada, pegajosa, indescriptible, aterradora. ¡Pero qué torpe!...., no contó las pasos dados desde que se separó del lugar donde estaba acostado,… bueno, no importa, de cualquier forma no se percibe nada,… la nada,…. ¿por qué hablo de la nada?, eso no existe, no es mas que un concepto que indica ausencia absoluta,… ¡pero qué tonto!, no es momento para razonamientos filosóficos, debo salir de aquí,… ¿pero cómo?.... Seguía avanzando,… paso a paso. De pronto su mano palpó el final del muro y una sensación de frío le recorrió la espalda, la saliva se le hizo amarga y sintió deseos de llorar; el miedo le estrujaba el estómago. A falta de otra referencia que le diera cierta seguridad, continuó con la espalda en el muro y dobló en esa esquina.
Nuevamente se hincó a fin de corroborar el ancho de la banqueta, pero ¡oh, sorpresa!, a menos de un paso se mano topó con otro muro, esa era una especie de callejón. ¿Qué debería hacer?, seguir esa dirección, o intentar continuar en el plano de enfrente. Pero algo estaba cambiando, empezó a escuchar susurros, como voces lejanas….. Voces y otros ruidos apagados,… ¿llantos?,….. ¿rezos? La sensación de miedo creció… Empezaba a recordar…. Pero fue tan repentino….. ahora lo miraba con mas claridad…. Abrió la puerta de su departamento… Dio un paso para entrar…. Fue todo tan violento…. Escuchó un estruendo y sintió un golpe en el pecho. Escuchó gritos y llantos y a alguien corriendo. Empezó a caer, a caer a un pozo profundo, obscuro y silencioso. Obscuridad y silencio y luego esa sensación de encierro, sin oriente, sin presente, intemporal. Luego ¡nada!


Sergio A. Amaya Santamaría
Julio 2 de 2011
Ciudad Juárez, Chih.

viernes, 26 de agosto de 2011

Desandando



Vamos desandando las huellas de la vida,
buscando los caminos que nuestros pies pisaron;
mirando, recordando como cosa perdida,
esos aromas que nuestra vida animaron.

Amores que en su tiempo fueron eternos,
amigos entrañables que hace tiempo partieron;
paisajes y colores que recordamos serenos,
como cuadros al óleo que nuestra alma nutrieron.

Desandando esas vueltas del tiempo
que los años vividos tejieron en el alma;
esos viejos caminos que se ha llevado el tiempo
y que al desandarlos nos llenan de calma.

Sentado en aquel parque escuchar una risa
y el sonido despierta el recuerdo de un rostro;
ese rostro anhelado que la mente desliza
y que en su momento amaste como a ningún otro.

La escuela, los amigos, tantas cosas vividas,
que desandando el tiempo con cariño revives;
desandar con la mente tantas causas perdidas
y que ahora añoras y sientes que las vives.

Desandando en el tiempo esos tiernos momentos…,
desandando las horas que juntos compartimos;
la copa de aquel vino que extraño con lamentos,
las horas de romance en que nos perdimos.

Cuando al fin no podamos desandar los recuerdos,
será que habremos muerto, o en camino de hacerlo;
pero en tanto estemos cuerdos,
desandemos nuestra vida, felices de verlo.

Caminando hallaremos unos nuevos amores,
nuevas amistades que nuestra alma enriquezcan;
vivamos nuestros años sin albergar temores,
hollando estos caminos, por nuevos que parezcan.

Sergio A. Amaya SantamaríaEnero de 2011
Ciudad Juárez, Chih.




martes, 23 de agosto de 2011

miércoles, 16 de marzo de 2011

UN DIÁLOGO DEL XVII

¿Decidme pues que esperáis de la dama que buscáis?,
¿la buscáis por un amor, o solo por su candor?
pues si vos no contestáis, será algo que ocultáis,
tal vez por mucho dolor, ¿o será solo pudor?

Perdonadme, caballero, pues a la mujer que quiero
la busco por noble causa y debo hallarla sin pausa.
Ella tiene, eso espero, mi corazón, pues yo sin él muero,
lo sustrajo cautelosa, sé muy bien que no lo usa.

¿Por qué creéis buen amigo, que lo ha llevado consigo?
Desde que se fue, yo muero, por amarla desespero;
merece duro castigo, por ello la busco, amigo,
ante el Juez no valdrá su fuero y mi corazón recupero.

No cantéis antes victoria ni penséis ganar la gloria,
pues dama que roba franca, también la vida os arranca,
olvidadla, pues como asno de noria, nunca tendréis la victoria,
amor que una ingrata arranca, os golpeará como tranca.

Tenéis razón, os lo acepto, pues si no aceptó el amor recto
que le ofrecí con pasión, tampoco podrá aceptar que robó mi corazón,
por tal es pues correcto decirle a este respecto,
que un amor sin corazón, nunca podrá ser el fruto de la pasión.

Bebamos pues un buen vino por un amor que no atino,
la mujer es un misterio, como niño en bautisterio
y el hombre, cual viejo vino, la rompe cual paño fino.
salud al bello misterio, pues es la mujer algo serio.

Sergio A. Amaya Santamaría
27 de febrero de 2011
Ciudad Juárez, Chih.




miércoles, 9 de marzo de 2011

Una noche con lluvia

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La joven caminaba en esas calles solitarias, la noche se le había venido encima sin casi haberse dado cuenta; la culpa era del irresponsable de su jefe, que le había pedido que se quedara a terminar ese trabajo, sin tomar en cuenta que para ella representaba tener que transitar esas calles, que al cerrar las empresas, quedaban solas, con muy escasa iluminación. El egoísta jefe no se había tomado la molestia de ofrecerle acercarla a la entrada del Metro.

Empezaba a llover y ella sin paraguas. Esto estaba terminando como un día de perros. Apresuró el paso y siguió adelante. De pronto, de las sombras de un portón, miró de reojo que una sombra echaba a caminar detrás de ella. Sintió un frío intenso que le recorrió la espalda. Recordó claramente que había leído que en esas calles habían asaltado y violado a varias mujeres; de eso ya hacía algo de tiempo, tal vez tres años y el responsable había sido aprehendido y sentenciado. Pero una nunca sabía cuando se iba a presentar otro degenerado de esos que andan sueltos. Escuchó con claridad los pasos detrás de ella y las nubes de tormenta cubrieron la tímida luna que apenas alumbraba. Las sombras se hicieron mas acentuadas, lo mismo que el miedo que le subía en oleadas hasta la garganta. No se atrevía a voltear, por temor a tropezar y ser apresada mas fácilmente. Se concentró en su andar apresurado, fijándose en el pavimento, para no ir a tropezar con algún obstáculo. La lluvia arreció y ya se encontraba empapada, pero ahora no era el tiempo de fijarse en pequeñeces. Aún quedaban dos enormes cuadras para llegar a la avenida y tres para alcanzar la entrada al Metro, donde habría mas luz y, con seguridad, algún policía.

La distancia se le hacía enorme y ya sentía cerca de ella los pasos de su perseguidor, entonces empezó a trotar suavemente; el sonido de los pasos detrás de ella, también aumentaron su ritmo y ese miedo que le ponía la boca amarga, casi le obligaba a vomitar. El agua le escurría por la cara, el abrigo lo sentía pesado de tanta agua que había acumulado. Ya no sentía el frío, pues el andar acelerado le estaba haciendo entrar en calor, ¿o sería el mismo miedo? Casi terminaba la primera cuadra. ¡Pero, por Dios!, ¿por qué tenían qué hacer esas cuadras enormes?, no pensaban en que habría personas caminando, nunca pensaban en la gente de a pie; daban por seguro que todos los trabajadores tendrían automóvil. Qué alejados estaban de la realidad del pueblo, que tenía que escatimar hasta el último centavo en transporte, para que el magro salario les alcanzara para mal comer y atender con apreturas a sus familias.

¡Pero qué pensamientos, por Dios!, en esos momentos le importaba un rábano el sueldo y los problemas de la quincena, que no alcanzaba. Lo que debía hacer era apresurar el paso; del trote ligero, pasó a correr, no demasiado, para no ir a perder el paso y caer. Volteó en la esquina y ya casi para salir a la luz de la avenida, una mano se posó en su hombro, haciéndola gritar.

—Calma, calma, niña, dijo una voz de mujer, que no te alcanzo y no deseo caminar a solas por estas calles solitarias.

La joven volteo a ver quien le había hablado y vio a una mujer, ya de cierta edad, sofocada por la carrera para alcanzar a esa joven, que parecía huir de la lluvia.

Las dos mujeres, ya tranquilas, bajaron la escalinata del Metro y se perdieron en la ciudad.

Sergio A. Amaya Santamaría
Noviembre de 2010
Cd. Juárez, Chih.
















martes, 8 de marzo de 2011

LA NIÑA DE LA BANCA

(Foto tomada de internet)

Ella estaba sentada en la banca; sin ninguna intención de apresurar el tiempo.

¿Como te llamas niña? Yo me llamo Edmundo Cerdeña pero todos me llaman "Mundo" ja...ja...ja.. que fuera cierto, no estaría en la desgracia que vivo.

¿Y que haces aquí niña? Yo ando vendiendo "paquetes de ilusiones" es decir la lotería ¿Quieres comprarme un vigésimo? No, no, hay dejalo, seguro no andas un centavo en el bolsillo, pero de verdad ¿Quieres comprame uno? __

El hombre vuelve a ver a la niña que atenta observaba su entorno, apenas sin reparar en él._ ¡Vaya niña! tu si que no hablas.

Yo el otro día me encontré con una niña como vos que hablaba hasta por los poros; ella es mas gordita, supongo por que siempre esta comiendo, habla y come todo el tiempo.

En este saco que miras camino todas mis desgracias tengo una foto con el Presidente cuando pasó por aquí haciendo su campaña, no creas la camino por si algún día me decido y voy a la capital a hablar con "el Hombre", seguro no tendré dificultad para que reciba a un amigo. ¿Por que somos amigos no? ¿Que dices? Bueno, no creas que soy del gobierno, no. Cuando se vive en la miseria el único gobierno que hay es el de la calle.

El hombre volvió a ver a la niña nuevamente, quien permanecía impasible viendo para otro lado y le tocó con su dedo índice el hombro; la niña volvió a verlo y le sonrio

¡Oye niña! te estoy hablando no seas mal educada... la niña hizo un ademan con su dos manos y el hombre se levantó de la banca en la que se encontraban sentado y dijo: ¡Maldita sea! la niña es sordomuda.


Homero.
Mi Cuarto.
Noviembre 22, 2010
Managua, Nicaragua.


miércoles, 2 de marzo de 2011

AQUELLA MUJER HERMOSA






Aquella mujer Hermosa
que se cruzó en mi camino,
era tenue como brisa
y amable como el vino.

Fueron años juveniles
que quedaron en el tiempo
adornados con claveles
mirando pasar el tiempo.

¡Ah!, tiempo maravilloso
y la luna fue testigo
de ese amor tan delicioso
que era dulce como un higo.

Ahora solo es un recuerdo
que me endulza el pensamiento;
mujer hermosa, mi alma pierdo
en tu amor, así lo siento.

Yo lo quisiera vivir,
pero el tiempo es otra cosa,
que no puede consentir
que vuelvas, mujer hermosa.

Cómo han pasado los años,
y en mi vida, vibrante y luminosa,
se quedaron como sueños
de aquella mujer hermosa.

Sergio A. Amaya S.
Febrero 14 de 2011
Ciudad Juárez, Chih.